Curiosidades sobre los astros, propuestas de observaciones sencillas, aspectos cotidianos pero poco conocidos, todo ello con un enfoque didáctico.

domingo, 25 de agosto de 2019

La Luna de día


El principal atractivo de este post pueden ser las imágenes porque a pesar de mis intenciones, me ha quedado un pelín largo, poco apropiado para leerlo detenidamente en estas fechas veraniegas. Si te aburres con el texto te sugiero que mires solo las fotos con su pie explicativo.

El símbolo de la noche, ¡también se ve de día!


Desde el “Campo de Volantín” el 22-8-19 por la mañana. Todas las fotografías de este post las he obtenido desde Bilbao o desde Araúzo de Torre.

Siempre se ha asociado la Luna con la noche. Desde algunas canciones populares hasta los logotipos de las predicciones meteorológicas.

 Se utiliza la imagen de la Luna como un logotipo para indicar las horas nocturnas, aunque en la fecha de la imagen precisamente estará por encima del horizonte solo durante el día.

Hace unos días, un programa de radio dedicado a nuestro satélite, comenzó con una adivinanza de una niña, en la que entre otras pistas decía que era “algo que solo se ve por la noche”. La respuesta, por supuesto, era La Luna.

Pues no:

viernes, 16 de agosto de 2019

Mi noche de las perseidas

Perseidas 2019, objetivo cumplido

Como se ha dicho muchas veces, uno de los alicientes astronómicos del verano para el gran público es la lluvia de estrellas fugaces (técnicamente meteoros) llamada "las Perseidas" o "Las lágrimas de San Lorenzo". Ya hablé de ello en el artículo anterior, y hoy recojo los resultados de mi observación.

Al igual que el mes pasado con ocasión del eclipse de Luna, como las condiciones atmosféricas de mi lugar de vacaciones no eran nada propicias, ayudado por Meteoblue y el navegador de mi coche intenté encontrar el lugar adecuado a la hora adecuada para la observación. Bueno, al final estuve un poco perdido, y con prisas porque la Luna ya se había ocultado y no encontraba un sitio suficientemente oscuro, pero sobre las 5 y cuarto después de recorrer unos cuantos kilómetros paré en un lugar aceptable, monté la cámara en su trípode y me eché hacia atrás sobre el capó del coche, porque el suelo no me inspiraba mucha confianza.

En 18 minutos (de 5:18 a 5:36) contabilicé 15 meteoros (por supuesto cubriendo solo una parte del cielo, en una postura no demasiado adecuada). Breve descanso para picar algo y desentumecer cuello y espalda, y en otros 15 minutos (de 5:39 a 5:54) vi otros 10. Más tarde, ya sin cronometrar y más relajado otros 4 más, entre ellos el más espectacular de la noche, a las 6:02.

La suerte se alió conmigo y ese extrordinario meteoro, cuya imagen puede verse aquí, tuvo la deferencia de exhibirse centrado en el campo hacia donde estaba dirigida mi cámara, y su buena puntería casi le lleva a incidir en la galaxia  M31.


Ya con el cielo anunciando el alba seguí mirando para arriba hasta las 6 y cuarto con la cosecha disminuyendo drásticamente como era lógico.
Había pasado apenas una hora, mi observación más breve de Perseidas de los últimos años, pero una hora muy productiva.

Las fotos

Aunque no de manera continua, durante varias fases de ese tiempo iba disparando mi cámara en sucesivas tomas de 20 segundos, algunas de las cuales voy intercalando con el texto, a continuación:

miércoles, 14 de agosto de 2019

Perseidas 2019, una excusa para contar historias y algo más.

Como he hecho en alguna otra ocasión, publico aquí una versión diferente de otro post de este blog que lleva el título “Mi noche de las perseidas” (en este caso solo difiere la primera parte), con una visión personal  de lo que viví en una nueva cita con los fenómenos astronómicos, narrando los preámbulos y aderezado con  alguna “fantasía narrativa a mi estilo” para redondearlo. 
Además así doy salida a algunas fotos de estos días que pueden ser sugerentes.

A pesar de la fecha que aparece arriba, he publicado este post el 16-8-2019, pero lo he desubicado para que no apareciera junto al otro y no ser repetitivo.

Si has llegado hasta aquí lo más probable es que hayas leído la otra versión, y la parte final de ésta ya te la sabes. Si por casualidad ha sido Google quien te ha traído, te aviso de que la primera parte es solo narrativa sacada de contexto y de ella te pueden merecer la pena solo las imágenes.

Pero hay algo más, porque utilizando la excusa de las perseidas planteo un concurso que te explico al final.

¡Prueba conseguida!
La observación de las estrellas fugaces "perseidas", la lluvia de meteoros más famosa, y de los postres que se servirían al alba este año 2019 tenía dos enemigos: el de siempre, las nubes, y otro que normalmente está de nuestra parte, La Luna.
 La noche anterior ya habían estado ambas peleando entre sí
El primero lo controlamos por medio de las predicciones meteorológicas. Yo miro primero en Meteoblue.com mi localidad y si no me conviene lo que pone, busco otras páginas para poder “elegir” la que más me guste y mantener la esperanza, o en casos importantes como éste o del pasado eclipse de Luna, para buscar el lugar más cercano donde todas estén de acuerdo en que las condiciones van a ser buenas y miro cuanta gasolina me queda en el depósito del coche.

El tema de la Luna es fácil de calcular y aunque en este caso, tal como dije en el post anterior, mi opinión sobre su influencia en la observación de meteoros divergía de la mayoría, evidentemente yo me tengo que guiar por mis criterios.

De todas formas, había que ir controlando la evolución de ambos aspectos, analizar en internet continuamente el movimiento de los frentes nubosos por si cambiaban de opinión; y en el caso de la Luna, aunque solo fuera para aprovechar y tomar datos de cara a un post que aparecerá próximamente, o echar un poco de imaginación a la historia, hacerle un seguimiento fotográfico.

Así que, atento, vigilé al segundo de mis enemigos desde que apareció por el horizonte el día 12 por la tarde. Busqué (y luego calculé posiciones de disparo) un sitio adecuado y simbólico y efectivamente, aunque costaba mucho distinguirla en un cielo diurno muy brillante, surgió sobre las ruinas romanas de la antigua ciudad de Clunia Sulpicia, el lugar donde las malas lenguas especulan (en broma pero con argumentos históricos) con que estuvo a punto de convertirse en capital del imperio romano a la muerte de Nerón. 
Pero está claro que ni las legiones romanas hubieran podido modificar el camino y los planes  que Selene se había trazado ese día.
 12-8-19,  20:00. Orto lunar sobre las ruinas de Clunia en una imagen tomada con teleobjetivo, desde el término municipal de mi habitual lugar de veraneo. ¿No ves nada? Yo sí la percibía a simple vista.
A ver si eres capaz de distinguir la Luna justo encima de los cipreses plantados sobre el enclave arqueológico. Al contrario de otras ocasiones, el ojo desnudo era capaz de captarlo mucho mejor que la cámara.

Como no es fácil, aquí aparece exagerando el contraste y marcando su posición.

Por si aún no ves nada, solo para que quede bonito añado esta otra imagen tomada tres días después en que Selene, más perezosa, salió cuando el Sol ya se había ocultado y destacaba mucho más sobre el cielo ya oscuro.

Salida de la Luna tras los cipreses de las ruinas de Clunia el día 15 a las 21:42
Volviendo al día D, el plan estaba claro. Dormir 3 o 4 horas, hasta las 2:30, y viajar hacia donde me indicaba el Meteoblue.

Durante el camino se veía que Selene seguía peleando  con las nubes, y en un momento apareció plena, casualidad en otro lugar emblemático. 
Pero quizás los guerreros del castillo medieval intervinieron en la lucha en contra de mi interés mientras buscaba un sitio donde parar el coche, y cuando conseguí apuntar con la cámara la batalla se estaba decantando nuevamente a favor de las nubes
Aunque unos instantes antes nuestro satélite aparecía majestuoso junto al castillo, solo pude captar este "claro de luna"
Seguí mi ruta, y me sorprendí al encontrar buenas condiciones del cielo antes de lo previsto, pero  la mala suerte quiso que cuando ya mis dos enemigos se batían en retirada, otro con el que no había contado a pesar de ser tan pernicioso o más que ellos, me impidió encontrar un lugar adecuado. 
La contaminación lumínica de una gran ciudad me hizo olvidarme del navegador e intentar huir de la civilización de estos tiempos modernos que ni los romanos ni quienes vivieron en épocas medievales llegaron a conocer. No lo conseguí del todo porque después de dar vueltas acabé cerca de una de sus máximas expresiones.


Pero no quedaba tiempo para seguir buscando, y aunque las condiciones del cielo no fueran las mismas que las habituales en mi punto de partida (que suelen ser magníficas excepto cuando hay algún fenómeno importante), no había vuelos a esas horas y solo un par de filas de luces rojas intermitentes darían quizás un tono especial a las fotos de un cielo en el que la vía láctea se apreciaba perfectamente.

Mi observación
Por fín me incorporé como espectador a la función de las perseidas sobre las 5 y cuarto, monté la cámara en su trípode y me eché hacia atrás sobre el capó del coche, porque el suelo no me inspiraba mucha confianza y, relajado pero con la tensión contenida, me puse a mirar hacia el escenario, hacia arriba.

En 18 minutos (de 5:18 a 5:36) contabilicé 15 meteoros (por supuesto cubriendo solo una parte del cielo, en una postura no demasiado adecuada). Breve descanso para picar algo y desentumecer cuello y espalda, y en otros 15 minutos (de 5:39 a 5:54) vi otros 10. Más tarde, ya sin cronometrar y más relajado otros 4 más, entre ellos el más espectacular de la noche, a las 6:02.

La suerte se alió conmigo y ese extrordinario meteoro, cuya imagen puede verse aquí, tuvo la deferencia de exhibirse centrado en el campo hacia donde estaba dirigida mi cámara, y su buena puntería casi le lleva a incidir en la galaxia  M31.


Ya con el cielo anunciando el alba seguí mirando para arriba hasta las 6 y cuarto con la cosecha disminuyendo drásticamente como era lógico.
Había pasado apenas una hora, mi observación más breve de Perseidas de los últimos años, pero una hora muy productiva.

Las fotos
Aunque no de manera continua, durante varias fases de ese tiempo iba disparando mi cámara en sucesivas tomas de 20 segundos, algunas de las cuales voy intercalando con el texto, a continuación.
Este se coló por poco en el campo de la imagen
Pongo solo los que me han parecido más interesantes para no resultar repetitivo. En todas las imágenes aparece como referencia la galaxia de Andrómeda (M 31) y algunas se han recortado para centrar y localizar mejor el meteoro. Además de eso, se ha modificado el brillo o contraste para apreciar más fácilmente el trazo dejado por la estrella fugaz.
Este también pasó muy cerca de M31
Hice 71 fotos (en total una exposición de 23 minutos y 40 segundos), con objetivo de 18 mm, abertura f 4.0 y sensibilidad ISO 12800, siempre dirigida al mismo punto zona del cielo, hacia el SO del radiante, en la zona circundante a la constelación de Andrómeda.

Aunque nunca he tenido suerte en este tipo de caza, y en todos los años no habré capturado ni media docena de meteoros en total, un método sistemático y mi nueva cámara tenían que dar mejores resultados, y así fue.
Dos meteoros muy similares que caminaron paralelos
Analizando luego las fotos, en un primera búsqueda he encontrado 24 meteoros (seguro que hay más pero débiles), y como cada foto cubre un campo aproximado de solo 55ºX40º, aproximadamente se habrían podido captar más de 300 meteoros en esos 23 minutos y 40 segundos acumulados, si se hubiera tenido cubierto con cámaras todo el cielo.
¿Ves aquí otros dos? Uno fácil y el otro no tanto.
De éstos 24 que fotografié hay 8 cuyo radiante claramente no es el de las perseidas. 
Cada lluvia tiene un "radiante"; un punto concreto en el cielo de donde parecen surgir por efecto de perspectiva. El nombre de la lluvia proviene de la situación del radiante, las perseidas en un punto de la constelación de Perseo. 
Si prolongando la trayectoria de un meteoro no pasa por el radiante, pertenecerá a otra lluvia o será lo que se llama un "esporádico".

Aquí uno de los infiltrados entre las perseidas:
En la esquina inferior derecha un meteoro que no es perseida, en una imagen en la que aparecen varios objetos interesantes. Se ha sobreexpuesto la imagen (se nota en las Pléyades a la izquierda) para visualizar el débil meteoro.
Estas cifras de meteoros observados están muy por encima de las que se manejan porque muchos de los que detecta la cámara son demasiado débiles para verlos a simple vista. Para dar números fiables con mis imágenes habría que determinar la magnitud límite con la sensibilidad utilizada en la cámara (en este caso ISO 12800), el orden de aumento de meteoros captados entre la sensibilidad del ojo y la de la cámara y las condiciones de limpieza del cielo.

La mayor o menor actividad de una lluvia se cuantifica con la THZ (tasa horaria cenital), que en el caso de las perseidas suele rondar los 100 en los momentos más intensos. Hay fórmulas para determinar esa THZ, pero en ellas no se pueden utilizar estos datos obtenidos fotográficamente sin conocer los parámetros que he citado.

Este es un blog para todos los públicos, y en este artículo no se pretende obtener valores “oficiales” de esa THZ que a un neófito (y a casi todos los periodistas) siempre les llevan a error y posterior decepción, sino solo una orientación de lo que se vio y lo que se pudo fotografiar. Casi siempre se da un cifra de THZ prevista y luego aparece anunciado que se verán esos meteoros cada hora. En realidad se verán muchos menos porque las condiciones ideales nunca se dan.

Pero como relaté en el anterior post, esta madrugada del 13 de agosto de 2019 tenía más alicientes que las estrellas fugaces.
Siguiendo con la narración, tal como dije sobre las 6:15 ya la claridad del alba me desaconsejó seguir forzando el cuello para nada, descansé un poco y esperé a mi siguiente objetivo.

Mercurio
Como las condiciones eran buenas, con el horizonte muy bajo y plano aunque con una nubecilla pegada a él, y la caza del planeta esquivo no iba a tener ningún problema precisamente el día más apropiado del año en sus apariciones matutinas desde mi latitud, esperé tranquilamente unos minutos, a las 6:22 (según me dice mi cámara) le busqué, y allí estaba:
Junto al horizonte Mercurio, y en la parte superior de la imagen la estrella Polux de Géminis.



Sirio

Para completar la tarea ya solo quedaba comprobar si en estas latitudes podría adelantar un día a la fecha de mi personal orto helíaco de Sirio, ya que en 2015 conseguí verlo en la madrugada del 14 de agosto, como recogí en "En la estrella Sirio estuvo la clave"

Para situar con cierta precisión el lugar por el que debía buscarle, previamente fotografié a Orión como referencia cuando todavía era claramente visible (6:28) y al protagonista le faltaban más de 20 minutos para aparecer. 
Intentar localizar Sirio directamente en su orto helíaco no es fácil sin una referencia previa porque cuando aparece lo hace en un cielo ya muy brillante y es difícil ver cualquier otra estrella.


Constelación de Orión, la referencia.
Una vez determinado el lugar donde debía estar Sirio y esperando la hora de su orto, no pude localizarlo ni siquiera con prismáticos. ¿El cielo ya demasiado brillante y quizás la ligerísima neblina fueron las culpables? 
Hice varias fotos por si lo captaba la cámara y en un análisis posterior me pareció verlo, pero ahora soy incapaz. Quizás tú encuentres algo:
13-8-19, 6:53 h. En este lugar Sirio debería estar en la zona situada sobre las lucecitas del horizonte, pero no se aprecia. ¿O si?

Nota: Antes de publicar este post he revisado mi archivo fotográfico y he encontrado un dato que no recordaba: que el día 12-8-2016 también ví a Sirio, con lo que ahí está mi marca para mi latitud "veraniega" (y no en el día 14 cuando lo ví en 2015 desde el mismo lugar, y es el dato e imagen que puse en el post anterior). 
Teóricamente en esta ocasión (el día13) también debería haberlo pillado porque aunque los dos lugares no son cercanos, la latitud es prácticamente la misma.
Sirio cerca del horizonte, el 12-8-16
Evidentemente las condiciones atmosféricas influyen, y aunque ahora el cielo estaba limpio por el horizonte Este, posiblemente en aquella ocasión de 2016 lo estaría más.  Desde luego el lugar de 2015 y 2016 era más alto que el de ahora (unos 300 metros más) y la contaminación lumínica mucho menor; aunque pienso que este factor no debería influir mucho a esas horas.
O el motivo más probable será, que en estos 3 años que han pasado mi vista ya no es la misma.
Aunque este factor puede desanimar a alguien que se considere “mayor” para hacer ciertas cosas, los espectáculos que nos ofrece el cielo son tan variados que si bien algunos puede que no sean “adecuados para todas las edades”, siempre nos quedarán cosas por descubrir en casi todas las funciones y siempre quedarán retos, aunque estos vayan variando.

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El Concurso

Hace ya un par de años planteé una pregunta en uno de los post, que tenía premio para la mejor respuesta, como un aliciente más en un blog que pretende ser diferente. Alguien me ha dicho que por qué no lo he vuelto a hacer, y aqui está, aunque no sea de contenido puramente astronómico:

¿Desde dónde realicé la observación de las Perseidas?
¿Cuántos kilómetros recorrí aproximadamente esa noche? (solo los de ida)

- Las respuestas podéis ponerlas como comentario, o mejor, para no dar pistas al enemigo, me enviáis un correo a aulacielo@gmail.com

- Plazo de recepción de respuestas: hasta el 15 de septiembre.

- El premio será uno de mis libros: "Preguntas que surgen al mirar el cielo", y la decisión del jurado (yo mismo) será inapelable.

miércoles, 7 de agosto de 2019

Un buen año para unas Perseidas "diferentes" y algo más

Ya se acerca el fenómeno celeste más conocido y más esperado por el público en general: la lluvia de estrellas fugaces Perseidas o “Las lágrimas de San Lorenzo” como popularmente se conocen en muchos lugares; y ya mucha gente va preguntando cuándo y cómo se verán este año. 
En realidad esta lluvia es muy amplia en el tiempo y ya han empezado a verse algunas Perseidas dispersas, pero como en realidad la pregunta suele ser sobre el momento en que más se verán, la respuesta es la madrugada del día 13 de agosto. Y si no hay nubes, merecerá la pena poner el despertador, porque hay algo más.




viernes, 2 de agosto de 2019

La Vía Láctea (2)


Este post es continuación del anterior, y contiene el habitual anexo que lo complementa. Aunque no es imprescindible, puedes ver dicho post anterior en este enlace



Referencias mitológicas de la Vía Láctea y orígenes del término.

Solo desde el siglo XX sabemos que esa débil franja luminosa, que a veces puede verse cruzando el cielo, es parte de nuestra galaxia, aunque fue en 1609 cuando Galileo descubrió, gracias a su telescopio, que estaba formada por multitud de estrellas.
Pero evidentemente desde la antigüedad era conocida y observada por la mayoría de la población, sin contaminación lumínica mucho mejor que ahora, e interpretada de diferentes maneras, porque sería sin duda el objeto más extraño de todo el cielo.

- El nombre que nosotros utilizamos, Vía Láctea, proviene de la mitología griega, según la cual es un reguero de leche que derramó la diosa Hera al retirar su pecho cuando estaba amamantando a Hércules. La leyenda es muy curiosa en sus diversas versiones, la más conocida puedes encontrarla, junto a algunas de otros pueblos antiguos, en la web  https://www.turismodeestrellas.com/mitos-sobre-la-via-lactea

Cuadro de Rubens que representa el origen mitológico de la Vía Láctea (derecha abajo)
Pero hay más: