Curiosidades sobre los astros, propuestas de observaciones sencillas, aspectos cotidianos pero poco conocidos, todo ello con un enfoque didáctico.

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lunes, 20 de enero de 2020

La arrogancia de un asesino, o ¿Dónde está el noveno planeta?


El presente artículo es muy diferente de lo habitual en este blog, porque creo que en la variedad puede estar su atractivo, y el tono en ocasiones va claramente en broma aunque en el contenido intento ser riguroso.

Hoy 20 de enero es una fecha clave en una historia en la que hay un protagonista muy especial a quien no tengo el gusto de conocer, pero me he guiado por lo que ha ido diciendo por ahí de manera muy frecuente en los medios de comunicación y de las opiniones de algunos que le conocen más de cerca.

Para empezar tengo que decir que este hombre debería ser de Bilbao. 
Aunque haya nacido en Huntsville, ya es sabido que por aquí se dice que los de Bilbao nacemos donde nos da la gana (¡faltaría más!), y es que aquí en mi ciudad le acogeríamos de mil amores porque parece que cumple con el requisito principal que se nos atribuye (Si no conoces nuestra fama de arrogantes estrafalarios, este link te lo dejará claro)
Y hasta se le podría nombrar bilbaíno de honor aunque se trate de un asesino.

Si.   Alguien que ha confesado su crimen, e incluso se ha vanagloriado de él.
Alguien a quien la ley no puede castigar, pero que a causa de su fechoría mucha gente le odia: 
Ante ustedes … El prestigioso astrónomo del California Institute of Technology   Michael Brown.
Este es el asesino confeso

Y esta es su cuenta de twitter donde alardea de su crimen: @plutokiller

Todo esto va porque, según algunas opiniones, Brown tiene una personalidad muy especial y un ego algo subido. O más bien alguien diría que es un bromista: Un cualificado astrónomo que, además de conseguir unos enormes logros científicos, sabe ponerle chispa a su trabajo y así deje de ser algo aburrido para el gran público.

Aunque yo opine diferente que Mike, en el fondo me cae muy bien porque con su estilo verbal ha conseguido que la gente se interese por él y, en lo que hoy nos ocupa, por su apuesta respecto a la existencia de un gran planeta aún no descubierto en el Sistema Solar, allá por los barrios periféricos de nuestro hogar, con lo que muchas personas se acercarán al campo de la astronomía, que también es el mío. 

Pero dejemos al protagonista y vayamos al fondo de la cuestión ¿Existe un gran planeta más allá de Neptuno que haría el número 9 en nuestro Sistema, tal como Brown afirma?  

Mi apuesta es que NO. Lo dije guiado por la intuición y por algunas incongruencias apreciadas en la noticia, cuando el 20-1-2016 Mike lo anunció a bombo y platillo esgrimiendo indicios que él decía concluyentes e incluso daba plazos para su descubrimiento, y lo reitero ahora cuando ya hay muchas voces que dudan de su teoría y cuando todos los plazos que él dio para encontrarlo se han cumplido sin éxito.

Como a veces mis relatos están escritos en sentido figurado y reconozco que yo también exagero algunas circunstancias para darle chispa, hoy voy a incluir sobre todo extractos seleccionados de noticias que recogen frases textuales de Mike Brown, u opiniones sobre su trabajo.

Preámbulos de esta historia:

El asunto empezó mucho antes, en los primeros años de este siglo, o incluso podría decirse que antes de acabar el anterior, con una apuesta; y aunque el prólogo pueda ser más extenso que el propio tema, merece la pena porque en mi opinión ahí está la clave para evaluar la fiabilidad del pronóstico del "nuevo" noveno planeta.


Era la época en que ya oficialmente teníamos 9 planetas porque Plutón todavía lo era a pesar de haberse calculado con sorpresa su pequeño tamaño, y cuando a falta de una definición rigurosa sobre lo que diferenciaba a los planetas de otros astros menores del Sistema Solar, el criterio era que los primeros fueran al menos del tamaño del mencionado Plutón.

Mike Brown, junto con otros colegas especialistas en el estudio del cinturón de Kuiper, ese conjunto de astros helados que se encuentran más allá de la órbita de Neptuno, buscó un nuevo planeta y encontró un astro (que luego fue llamado Eris) que cumplía las condiciones.

En este artículo de carácter didáctico se cuenta este descubrimiento y se recogen citas en primera persona del propio Brown: https://www.scienceinschool.org/es/2011/issue21/pluto
Te puede resultar interesante leerlo completo, pero yo he seleccionado algunos párrafos significativos para el tema de este post. Al igual que luego en otros casos, los vuelco tal como aparecen porque si los transcribo alguien pudiera pensar que exagero.


Pero no fue solo el haber ganado la apuesta, sino la trascendental consecuencia de su descubrimiento lo que parece que finalmente envalentonó a Mike a pesar de no haber pasado a la historia como el descubridor del décimo.
Porque aunque efectivamente, el astro que él descubrió estuvo a punto de convertirse en un nuevo planeta en el congreso de la UAI en Praga en 2006, a última hora se rectificó y fue el causante de que ni él ni Plutón figurasen en la lista oficial definitiva de esta categoría de astros, tal como lo relaté en el artículo "10 años con uno menos". Si cuando acabes de leer el presente post ves que te ha gustado, te aconsejo vivamente que pinches el enlace.

Así nuestro astrónomo se quedó sin la autoría del descubrimiento de un posible décimo planeta, que según sus palabras le hacía mucha ilusión, pero consiguió algo mucho más notable como era eliminar al hasta entonces noveno: matar a Plutón, el planeta mimado por todos los norteamericanos.
Parece que incluso para la mujer de Mike fue una decepción, mucha gente llegó a odiarle por las consecuencias de su descubrimiento, y él mismo se disculpó, como se recoge en esta entrevista:

Es curioso el tono que utiliza Mike y el atractivo que da al tema porque, aunque parezca pueril, puede promover el interés del lector.

Aclaro, por si acaso, que yo voy a seguir utilizando la misma ironía según el “registro” de Mike.

Muchos no se lo han perdonado, pero él, como algunas personas que se crecen con el castigo, lejos de amilanarse  se vino arriba y se vanaglorió de haber matado a Plutón.
Publicó un libro con un curioso título: “Cómo maté a Plutón y por qué se lo merecía

Y se declaró el asesino oficial de Plutón en su perfil de twitter.

Pero no había pensado que esto le iba a traer más problemas familiares. No solo fue el disgusto de su mujer cuando vio que Eris no había sido reconocido como planeta, sino que después de unos años tanto alboroto llegó a oídos de su hija que, apenas recién nacida cuando Plutón fue “asesinado”, cuando fue creciendo y se enteró de lo que había hecho su padre, también se enfadó con él, según ha contado reiteradamente el propio Mike.

A por el noveno

Y aquí empieza la segunda parte de la historia. En varias entrevistas Mike declara que ya que había quitado un planeta a su hija, tenía que regalarle otro.
Así, parece que envalentonado por su fama de asesino e intentando recuperar la paz familiar y el cariño de su hija, dio un paso más:
Ya que no le habían concedido el décimo, se fue a por el noveno que había quedado vacante por su culpa, y trabajó duro para encontrarlo.


Y hace hoy 4 años, publicó un trabajo (realizado junto a su colega Konstantin Batygin, alguien bastante más discreto que él) que proponía la existencia de un gran planeta en el Sistema solar mucho más alejado que Neptuno.
Konstantin Batygin, que seguramente no es tan famoso porque no es tan expresivo, junto a Mike.

Los dos investigadores descubrieron que 6 objetos del cinturón de Kuiper tenían órbitas con ciertas particularidades comunes: Muy excéntricas (alargadas), con su perihelio (el punto más cercano al Sol) situado en una misma región y una orientación similar. Según ellos esto sería consecuencia de la acción gravitatoria de un nuevo planeta de gran tamaño, porque si la situación se debiera al azar la probabilidad de que se dieran esas circunstancias sería ínfima: de solo un 0.007%.
Órbitas de los 6 objetos mencionados y del supuesto planeta 9
Calcularon cómo debería ser la órbita del nuevo planeta y por dónde debería estar actualmente y Mike, amigo de las apuestas, volvió a hacer otra afirmando que en dos años sería encontrado.

Y lo reiteró al cabo de unos meses:


Pero como les suele ocurrir a todos los ludópatas, que con la euforia de una apuesta ganada hacen otra más arriesgada y la pierden, ésta última ya la tiene perdida aunque le dieran los 5 días de margen como en la primera, o incluso 2 años.

El 15 de febrero de 2017, cuando ya se iba reduciendo el plazo, pidió ayuda en Twitter:

Pero en estos 4 años que hoy se cumplen se han realizado búsquedas exhaustivas y no se ha encontrado nada.

Aunque se me tache a mí también de bilbaíno (que lo soy, y además nací en Bilbao) tengo que decir que desde el principio me entraron dudas del razonamiento empleado, porque daba la impresión de haber un sesgo de selección en los datos de trabajo, circunstancia que los expertos favorables a la teoría de Brown que yo consulté no me consiguieron aclarar: 
¿Los datos utilizados eran representativos, o era una muestra sesgada que se había buscado donde les interesaba a Brown y su colega? ¿Los 6 objetos del cinturón de Kuiper analizados habían sido elegidos a propósito para que concordaran con la teoría del noveno planeta, sin tener en cuenta a otros de otras regiones? 

En mi fuero interno aposté desde el principio en contra el arrogante Mike.

Es curioso que ahora me entero de que la NASA ya había pedido cautela desde un principio, como se recogió en la siguiente noticia. Sin embargo la reacción de Mike (que he remarcado en rojo al final del texto) zanja totalmente la cuestión (perdón por la ironía).



Pero como suele ocurrir casi siempre, se difundió lo espectacular y no lo prudente. Esta declaración de la NASA apenas tuvo eco en los medios y, a pesar de ella, se volcaron en lo que sería la noticia impactante; en lo que vendía.
Todo lo que llegó al gran público es que teníamos un planeta nuevo. Artículos de divulgación, conferencias,... anunciando la buena nueva.

A Brow se le acabó el tiempo.

Sin haber tenido tanto eco como el anuncio inicial, han ido surgiendo otras opiniones diferentes que además se van reforzando con el paso del tiempo.
En el siguiente articulo (del que al igual que en los otros solo he seleccionado los párrafos que me parecen más significativos) los datos en contra son abrumadoramente mayores y más consistentes que los datos a favor

Algunos son mucho más rotundos, como un prestigioso divulgador científico que basado en las investigaciones del Outer Solar System Origins Survey citadas en este artículo afirmó: “Ahora mismo quedan descartadas todas las pruebas sobre la existencia del supuesto noveno planeta.

Y cada vez van apareciendo más estudios, con datos más amplios, que contradicen la teoría que propuso  nuestro "bilbaíno". 

Por supuesto, podría haber un noveno planeta e incluso otros más, muy lejanos y difíciles de detectar, pero el de Brown, el que justificaría los datos que aportó y que haría que su estudio fuera consistente, el que quería regalar a su hija, ese parece que no.

Incluso desde la publicación de las investigaciones de Mike y Batygin el tiempo ha ido pasando, los medios de observación han mejorado, pero su supuesto nuevo planeta no aparece.

¡Yo sigo admitiendo apuestas! La pena es que no lo hice públicamente cuando mi opción se hubiera pagado muchísimo más que ahora, y lo que no tengo muy claro es cuál será la apuesta actual de nuestro amigo Mike.
Mike Brown hace unos añitos ¿Quizás la madurez y el tiempo pasado desde aquella época le hayan hecho ser más prudente?
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ACTUALIZACIONES

- 22-2-2021
Aunque sea redundante, hay que decir que con el paso del tiempo las investigaciones siguen quitando credibilidad a Mike respecto al regalo que quería hacerle a su hija. 
Aparece ahora en la revista Investigación y ciencia un artículo titulado "Sin rastro del Planeta Nueve" (Pongo a continuación la cabecera pero puedes leerlo en el enlace) que recoge la publicación de nuevos análisis de otros objetos del Cinturón de Kuiper que cuestionan los argumentos de Batygin y Brow, y redundan en un sesgo de selección. 

Es curioso que, tal como se cita ahí, Mike Brow ha protestado diciendo que esos análisis no han tenido en cuenta a los 6 objetos que él estudió, cuando precisamente el "no tener en cuenta otros objetos" es el pecado que él cometió en 2016, y lo que le daba esa probabilidad estadística para la existencia del Planeta Nueve.
Además hay una cosa clara: El que un supuesto nuevo planeta condicione las características orbitales de determinados objetos, y se encuentren varios de ellos con esas características, hace que sea probable la existencia del planeta, pero no segura. Sin embargo si se encuentra uno solo que también debería estar afectado por el supuesto planeta y se ve que no lo está, eso demuestra definitivamente que el planeta no existe (Este es el método que los matemáticos llamamos de "reducción al absurdo"). Con los nuevos datos, todo indica que esta última situación es la más factible.

- Pues parece que nuestro personaje sigue con su idea, aunque una vez cumplido el plazo no le queda otra opción que ampliarlo. He encontrado este vídeo , en el que se puede ver que Mike continúa apostando:

Afirmaciones de Mike Brown, ya con un aspecto "más serio", y con un final menos arrogante porque ya no se postula a sí mismo como descubridor.

viernes, 29 de noviembre de 2019

Imágenes de dos encuentros

La conjunción de Venus con Júpiter, y sobre todo la visita de la Luna, bien merecen volver a hablar de ellas una vez que ya han ocurrido, recogiendo ahora fotos del fenómeno.

Habitualmente intento que la mayoría de las imágenes que ilustran los artículos de este blog sean mías, y solo en ocasiones muy puntuales he recurrido a fotos obtenidas por otras personas. Hoy hago una excepción porque, junto con algunas otras, realmente merece la pena recoger especialmente las magníficas imágenes que mi amigo Sebastián Cardenete, vicepresidente de la Asociación para la Enseñanza de la Astronomía, ha obtenido de la conjunción Venus-Luna-Júpiter desde Málaga. No es la primera vez que incluyo alguna foto de Sebas en el blog, pero ahora son las protagonistas y por ello este post tengo que dedicárselo a él.

A diferencia de algunas ilustraciones del post anterior, en éste todo son fotografías reales; y mientras que aquel fue un anuncio y propuesta de observación, éste se convierte en una crónica ilustrada del reciente espectáculo.

Preciosa imagen obtenida por Sebastián Cardenete desde Málaga ayer 28 de noviembre donde, de izquierda a derecha, Venus, la fina luna de 2 días y Júpiter destacan en el cielo crepuscular.
Aunque solo sea por seguir un orden cronológico, recogeré primero las imágenes del encuentro y sorpasso de Venus con Júpiter, y a continuación las más espectaculares con la visita de la Luna.

1- Acercamiento y relevo:
  
Después de más de un año (desde septiembre de 2018) en que Venus no realizaba sus apariciones vespertinas, pude verlo por primera vez al atardecer del día 21 de noviembre durante un rato en que las nubes que nos han acompañado en Bilbao durante todo el mes nos dieron un respiro. Ya puse imágenes de esta mi primera visión de los dos planetas en el post anterior, pero incluyo ahora otras similares del mismo día para incorporarlas al relato completo:

21 -11-2019 desde Bilbao. Con esta imagen ya cerca de Júpiter (arriba de la foto), se inauguraba para mí la temporada en que el brillante Venus (centro derecha), el astro más destacado en nuestro cielo después del Sol y la Luna, nos ofrecerá fotogénicos atardeceres. Será hasta finales de mayo.
Esta aparición de Venus va a suponer un relevo porque Júpiter, que se  nos viene mostrando desde enero (desde verano al principio de la noche) va a dejar de verse en unos días. Mientras, podemos disfrutar este breve intervalo de atardeceres con los dos brillantes planetas, aunque Júpiter cada vez en peores condiciones una vez que le ha dado el relevo a Venus como “lucero” más destacado.

La situación fue evolucionando:

viernes, 22 de noviembre de 2019

Zeus y Afrodita: Encuentro y espectáculo en trío con Selene.


El próximo jueves día 28, al atardecer, debes mirar al cielo.
Sobre el horizonte Sur Oeste, a baja altura, verás algo muy especial; pero debes estar atento porque el espectáculo no durará mucho.

Será algo parecido a lo que ocurrió hace algo más de 4 años:
Fue el 20 de junio de 2015. Bilbao se engalanaba al cumplirse el aniversario de su fundación, con montajes de luces multicolores por toda la ciudad. Al atardecer, cuando ya se han encendido las distintas atracciones alguien levanta la vista junto a un túnel de luces, y exclama:
- ¿Eso también lo ha puesto el Ayuntamiento?
Una luna creciente acompañada por Venus y Júpiter. Los tres astros más brillantes de la noche se dieron cita para formar una coreografía de luces, y sumarse así a la noche blanca.
Evidentemente la pregunta era solo una bilbainada (exageración presuntuosa) porque todo el mundo sabe que la Luna no cumple ninguna normativa municipal. Pero lo cierto es que con aquel triángulo formado por la Luna y aquellos dos brillantísimos luceros, parecía que los astros se habían sumado a la celebración.

Lo de esta ocasión será parecido, aunque no coincida con la noche blanca bilbaína. Los mismos protagonistas (Selene, Afrodita y Zeus en su versión griega), incluso un poco más próximos entre sí, adornarán el cielo del crepúsculo vespertino, aunque habrá algunas diferencias, que se pueden apreciar en la imagen:


Junto a la imagen real de 2015, un montaje de la situación de este próximo jueves manteniendo la misma escala en las distancias angulares. 
Debido al movimiento propio de la Luna y la posición relativa respecto al horizonte en cada latitud, esta imagen será válida solo para lugares próximos a la península Ibérica. Abajo pongo para otros lugares.
- Este año Luna estará incluso más fina, solo 2 días después de la fase nueva, en vez de 4 como en aquella ocasión. Por ello el espectáculo acabará mucho antes, aproximadamente solo una hora y media después de la puesta de sol para latitudes medias norte o 2 horas si es en el hemisferio Sur.
Por ese motivo, aunque el anterior pudo verse incluso ya entrada la noche, en este caso hay que buscarlo en un cielo todavía brillante, y habrá que estar atentos para no perdérselo.

- La finísima fase lunar hará que incluso en un primer vistazo sea más fácil distinguir a Venus, como un  brillante punto luminoso, que a la propia Luna.

- Los dos planetas estarán un poco más cercanos entre sí. (unos 4º de separación frente a los casi 6 en aquella ocasión de 2015) y, por ello, todo el conjunto estará más recogido y más espectacular.

- La Luna se situará casi en la línea que formen Venus y Júpiter, ligeramente por encima (desde el hemisferio norte), con lo que la figura será un triángulo mucho más puntiagudo que en 2015.

En otros lugares no será exactamente igual:

martes, 19 de noviembre de 2019

Las visitas mensuales de la Luna a Júpiter y Saturno

Con este artículo de hoy voy a intentar volver a una faceta del blog más atractiva y visual.

Porque desde comienzo de este curso 19-20 he recogido de manera continuada aspectos teóricos y difícilmente observables o artículos de opinión sobre cambios y husos horarios.

Y después del último post sobre un fenómeno extraordinario, pero solo al alcance de unos pocos, en esta ocasión hablaré de algo más habitual que nos produce el placer de levantar la vista al cielo y apreciar algo bonito, mucho más fácil de observar y sin duda más fotogénico: Los espectáculos que frecuentemente nos dan la Luna y los planetas. 

Además este post es solo el prólogo de otro que espero publicar este próximo viernes anunciando un fenómeno concreto de éstos, muy llamativo. O incluso dos, o tres.

A la Luna le gusta visitar a los planetas. No pierde la ocasión de hacerlo en cada ciclo, en cada vuelta, y como si disfrutara con las “relaciones sociales” nunca se olvida de los colegas de su compañera la Tierra. O eso es lo que nos parece desde el tercer planeta, donde a estos fenómenos, cuando son muy cercanos, les damos el nombre de "conjunciones"
El día 1 de noviembre mi colega de la AAV Román Almela, a quien dedico este artículo, obtuvo esta preciosa imagen con su móvil desde Castro Urdiales: La Luna situada entre Júpiter y Saturno. Estaba de camino de uno a otro, después de encontrarse con el planeta gigante la noche anterior y a la espera de visitar la joya anillada al día siguiente.

Una de las muchas anécdotas derivadas de ser “el raro ese que se conoce las estrellas” ha sido que en numerosas ocasiones me han hecho una pregunta extraña. Y lo es no solo porque no tiene mucho sentido, porque el día que me lo preguntan no suele ocurrir lo que me refieren, sino también porque incluso la he oído de labios de personas cultas y observadoras:
- ¿Cuál es esa estrella tan brillante que está al lado de la Luna?


La Luna, próxima a ponerse en el horizonte de Bilbao el día 3 de octubre junto a la hilera de farolas,  acompaña Júpiter con quien ha pasado toda la tarde. El planeta casi se confunde con una de las luces.
Aunque es casi seguro que la pregunta indicada se refiera a un planeta, y sin pensarlo demasiado podría responderle, para asegurarme y para hacer recapacitar a mi interlocutor, prefiero hacerlo con otra pregunta:
- ¿Qué día?

Porque de un día a otro la posición de la Luna cambia ostensiblemente de ubicación sobre el fondo estrellado. Al cabo de casi un mes vuelve a repetirse, quizás alguien vuelva a fijarse, y refuerce la idea de que todos los días es así. Las circunstancias no llamativas se olvidan (los días intermedios en que la Luna estaba sola).
Aunque la calidad le la imagen es mala porque la cámara de mi móvil no da para mucho, sirve para reflejar la situación:
Incluso desde el centro de la ciudad, la Luna acompañada por una brillante "estrella" y enmarcada por los árboles y el tejado de un edificio emblemático, invita a fijarse en la situación. ¿Será la misma que la de la otra vez? En este caso si, pero después de haberla abandonado durante casi un mes.
Pero durante todo el verano y lo que llevamos de otoño de este 2019 no ha hecho falta esperar tanto, y dos noches después de haber estado situada la Luna junto a una brillante “estrella” parece que ocurre nuevamente, aunque “la estrella” no haya sido siempre la misma y, por cierto que como he dicho antes, nunca ha sido una estrella, sino un planeta: Primero Júpiter y luego Saturno.
En realidad estas situaciones se llevan produciendo todos los meses desde principio de año aunque hasta junio, de madrugada, seguro que no fueron muy observadas.


También en septiembre, y a pesar de las nubes (o más bien adornada por ellas), pudo verse a la Luna moviéndose hacia Saturno (un puntito a la izquierda de la imagen), después de haberse despedido el día anterior de Júpiter (a la derecha)
Todo esto, por supuesto, es lo que vemos desde aquí, desde el tercer planeta, proyectado en nuestro cielo. Pero sabemos que en realidad la Luna está muchísimo más cerca de nosotros; miles de veces más cerca que Júpiter o Saturno.

La Luna viajera
  
El movimiento de la Luna alrededor de nuestro planeta, completando una traslación cada 27.3 días y un ciclo de fases cada 29.5 (si esto te sorprende te aconsejo que veas el artículo 28 días, el bulo de la Luna) hace que de una noche para otra, además de cambiar ligeramente su fase haya cambiado su posición unos 12º  hacia el Este respecto al fondo estrellado.
Este movimiento está enmascarado por el efecto de la rotación terrestre, mucho más rápido, que hace que la veamos moverse claramente hacia el Oeste, al igual que el Sol y las estrellas, de una manera evidente según pasan las horas, aunque un poquito más despacio que los demás.

La consecuencia de su traslación según pasan los días es que vaya “visitando” diferentes zonas del cielo, diferentes constelaciones y diferentes astros.
Los planetas siempre aparecen situados en una estrecha franja en el cielo, que precisamente corresponde aproximadamente al camino de la Luna. Por eso, para que estos encuentros de la Luna con algún planeta sean frecuentes, solo es necesario que “haya planetas en el cielo nocturno”.


En el verano del año pasado (2018) aparecían 4 planetas escalonados a lo largo de las inmediaciones de eclíptica, marcando claramente la zona donde siempre los encontraremos.
Sin embargo durante varios de los meses anteriores apenas se podía ver ninguno a horas prudenciales.
La Luna sigue siempre su ciclo imperturbable, fácilmente predecible incluso por personas no entendidas en la materia si se fijan durante una temporada, pero la posición de los planetas en principio parece un poco anárquica. Pero solamente lo parece. En otra ocasión explicaré sus ciclos, que visto desde la Tierra pueden ser muy diferentes de sus periodos de traslación.

De los 5 planetas visibles sin ayuda de instrumentos ópticos, como cada uno tiene su ciclo, hay épocas en que no se ve ninguno a horas prudenciales de la noche, y otras que hay uno o varios durante largas temporadas. En esos casos serán visitados por la Luna cada mes, y como los planetas parecen estrellas muy brillantes, estas situaciones pueden ser llamativas.

Esto es lo que ha ocurrido desde principio de 2019 con Júpiter y Saturno, y que se ha podido observar al principio de la noche a partir del mes de junio en todas las lunaciones. El primero situado en la constelación de Ofiuco, cerca de Escorpio y el segundo en Sagitario, constelaciones típicas veraniegas desde el hemisferio norte e invernales desde el Sur.


Imagen tomada en Consuegra el 17-6-19, donde se aprecian Júpiter y Saturno (los dos puntos más brillantes) rodeados de estrellas y cerca de la Luna eclipsada (a la izquierda fuera de imagen) después de completar sus visita mensual a ambos planetas.
Sin intentar ser exhaustivo, sin premeditación, y solo aprovechando las circunstancias casuales y meteorológicas que me lo han permitido, he recogido en estos meses algunas imágenes de las visitas de la Luna a Júpiter.
Son diferentes porque las aproximaciones no han sido siempre iguales, y he aprovechado las más cercanas para aumentar el Zoom y captar detalles de la “viajera”, aún manteniendo a los dos protagonistas en escena.

Una de ellas está “trucada”, pero era importante ponerla por necesidades del guión. A ver si adivinas cuál es.      
El 13 de julio, entre la bruma aparece la Luna y sobre el tejado se intuye Júpiter
El 9 de Agosto, en un cielo limpio

5 de septiembre, dirigiéndose hacia Júpiter (a la izquierda de la imagen)

Al día siguiente, 6 de septiembre, la Luna se deja intuir detrás de las nubes, después de haberse despedido ya de Júpiter, que en contraste aparece muy brillante en un claro. Este mes no se pudo ver muy cerca de Júpiter desde Europa o América, pero sí desde el Pacífico

3 de octubre

31 de octubre
1 de noviembre: Debido al mal tiempo que tuvimos en Bilbao y alrededores, no pude pillarla en su visita a Júpiter, y solo obtuve, al día siguiente, una imagen entre nubes, aproximándose a Saturno (arriba a la izquierda). La foto está sobreexpuesta y por ello la fase parece mayor de lo que era.
No muy lejos, en Castro Urdiales, el cielo estuvo  mucho más limpio y permitió a Román obtener la bonita imagen que abre este post.


La Luna presumida, en cada visita utiliza diferente traje.

Como se aprecia en la serie de fotos de arriba, en cada ocasión la fase lunar ha sido diferente. A partir de la luna casi llena 3 días antes del eclipse de julio, siempre en creciente pero cada vez más fina. 
Esto lo observaremos siempre que nuestro satélite se encuentre con los planetas exteriores, sobre todo Júpiter y Saturno. (También Urano y Neptuno, pero estos no se ven sin telescopio) porque, debido a la traslación de la Tierra, con el paso de los meses la elongación oriental de estos planetas “lentos”  va disminuyendo (el ángulo con que se les ve a la izquierda del Sol, o a la derecha si estás en el hemisferio Sur).

Por ello, a partir de la zona opuesta al astro rey (la Luna, lógicamente estará llena) cada vez los veremos más cerca del Sol (angularmente), y la Luna, cuanto más cerca se vea del Sol muestra una imagen más fina, como se muestra en el siguiente gráfico:


En los diferentes encuentros a partir del que ocurre en luna llena, la fase va disminuyendo.
Este es solo un esquema explicativo y no se han mantenido las escalas en los tamaños ni en las distancias.
Lo contrario ocurre cuando los “encuentros” son visibles más bien de madrugada. Sabemos que la Luna a esas horas solo se ve en menguante, y en ese caso la fase irá aumentando cada mes, mientras que la elongación occidental del planeta va aumentando.


Perspectivas diferentes:
  
Tal como se puede apreciar en la serie de imágenes que he recogido de los pasos de la Luna cerca de Júpiter, ha habido meses en que han visto mucho más próximos entre sí, que otras. A veces pillé a la Luna antes de llegar a las proximidades del planeta gigante, y otras veces después de despedirse de él, a distancias diferentes.
¿Por qué no he recogido precisamente la máxima aproximación en cada uno de los casos?

La razón es que desde mi ubicación concreta, como desde cualquier otra, solo durante unas horas de la noche he tenido por encima del horizonte a la Luna, y evidentemente no siempre ha coincidido con la mayor aproximación.
Un ejemplo claro puede verse en las imágenes del 5 y 6 de Septiembre: en la primera todavía le falta bastante y en la segunda ya se había pasado.

A medida que rota la Tierra, la Luna irá apareciendo en el cielo de diferentes lugares (antes en un lugar situado más al Este que otro). Durante el tiempo que tarda en aparecer sobre el segundo de ellos, ha ido moviéndose alrededor de la Tierra y vista desde aquí se habrá movido respecto a las constelaciones, con o que desde el segundo lugar se verá en el cielo en un punto más hacia al Este.

En los casos en que la "visita" la realiza la luna casi llena, que coincidirían con la oposición del planeta, tendríamos muchas horas de observación y un margen mayor para pillarla en un mejor momento (en esta serie, en los meses de abril a julio), más próxima al planeta, pero cuando la fase es más fina, las horas nocturnas en que puede verse son pocas. 
Siempre habrá un lugar en el tercer planeta donde en ese mejor momento de máxima proximidad sea de noche y además la Luna esté sobre el horizonte, pero puede estar a unos cuantos miles de kilómetros de nuestra casa.

Para el próximo año 2020, intentaré preparar una guía completa previa, de las distintas circunstancias y lugares más adecuados de observación.

Pongo dos imágenes (tomadas de la página https://www.spaceweather.com/) captadas en la misma fecha, la noche  del 30 al 31 de octubre pero desde dos lugares lejanos entre sí (no en el mismo momento)  donde se pudo ver a la Luna y a Júpiter un poco antes y en un momento en que estaban más cercanos, que cuando los pude ver yo. Desde donde yo vivo en ambos momentos era de día, y cuando pude ver a ambos protagonistas la Luna ya se había separado más de Júpiter.


Imagen obtenida por Moaddmed Al Asfoor desde Baréin, poco antes antes de la conjunción
Desde Estocolmo, Peter Rosen obtuvo esta otra, posterior a la conjunción.
En ambas imágenes se puede distinguir a Ganímedes, el mayor satélite de Júpiter.

Además de este tema debido al horario, o momento en que es de noche en diferentes lugares, está el tema del paralaje, si los lugares de observación son muy distantes: Aún siendo visible la Luna simultáneamente en ambos, desde cada uno de ellos aparece ligeramente desplazada en fondo de estrellas respecto al otro, y también respecto a los planetas..




Las próximas veces
  
La próxima vez, que la Luna se encuentre con Júpiter será el 28 de noviembre. Será la última de esta serie ya que al mes siguiente (en diciembre) el planeta gigante estará casi en la misma dirección que el Sol, y será inobservable.
Pero será, sin duda, la mejor. Muy espectacular por dos motivos. Pero no quiero adelantar acontecimientos ni desvelar las claves tan pronto. El siguiente post, que espero publicar este próximo viernes, irá dedicado íntegramente a esa situación y a dos aspectos relacionados con ella.

Casualmente, esta serie de visitas de la Luna a Júpiter han coincidido dentro del mismo año ya que la primera fue en enero, cuando Saturno todavía estaba casi detrás del Sol y la última, como digo, el último jueves de este mes de noviembre. No te la pierdas.
Por cierto, que la siguiente serie, ya en 2020, promete mucho porque Júpiter y Saturno estarán más cercanos entre sí, y la Luna les visitará prácticamente a la vez. Empezará en febrero, concretamente el día 20, y la última visita será en diciembre. También dentro del año 2020 la serie completa.

Pero es que además ese año toca Marte. Que, con sus mejores galas, hará la competencia a nuestra pareja, con ventaja.
Atención a la madrugada del 18 de marzo cuando la Luna encontrará reunidos a los tres, y en una sola noche cumplirá con sus “obligaciones sociales” de visitarles. Un amanecer que no hay que perderse. También será sugerente el del 15 de abril.
Va a ser un año de madrugones (al principio), búsqueda de lugares despejados, y cámara de fotos preparada. Posiblemente merezca la pena que lo detalle más cuando vaya a empezar la temporada, ju to con detalles técnicos que hoy han quedado en el tintero.

Antes de acabar, y no dejarte con la intriga, la solución de la pregunta sobre mi “trampa” o montaje en una de las fotos de la Luna y Júpiter: La imagen trucada era la del 13-7. la Luna entre la bruma es del día siguiente cuando Júpiter estaba fuera de campo y lo he añadido en la posición que debió ocupar respecto a la Luna el día 13, por encima de las nubes que me impidieron verlo.

Y ya sí, lo último y muy importante: si estás leyendo este post antes del viernes 22 de noviembre (de 2019). No te olvides de buscar el que voy a publicar ese día, o probablemente te perderás el (los) espectáculo(s)

miércoles, 12 de junio de 2019

Hermes visita al dios de la guerra


El próximo  martes día 18 de junio, al atardecer se podrá observar un bonito fenómeno celeste. Desde el hemisferio norte no será demasiado fácil porque el cielo aún no estará oscuro por la zona en que se produce, pero eso puede ser un aliciente más para intentar verlo, y una mayor satisfacción si se consigue.

Los dos planetas más pequeños del Sistema Solar, Mercurio y Marte, se verán muy próximos en nuestro cielo durante el crepúsculo vespertino sobre el horizonte Oeste- Noroeste, casi juntos, separados apenas por 15 minutos de arco (la mitad del tamaño aparente de la Luna). Aunque muchos no los reconocerán.
4 días antes de la conjunción, ya aparecen próximos los dos planetas.
Imagen tomada en Bilbao el día 15 y añadida con posterioridad a la publicación del post.
Porque mucha gente pudo observar Marte el pasado verano, aquella brillante estrella roja que dominaba el cielo, y su aspecto no tiene nada que ver con el actual.
Creo que lo vio mucha más gente de lo que yo pensaba, porque este curso en el Aula de Astronomía de Durango se ha repetido casi diariamente la misma situación: pregunto a los alumnos si creen que los planetas puedan verse sin telescopio. Después de una respuesta general negativa, alguien rectificaba recordando que sí habían visto a Marte en verano:

viernes, 5 de abril de 2019

Viajando por los satélites (2)


Este post es continuación del anterior y conviene leerlo después de aquel. Si no lo has hecho puedes hacerlo clicando en este enlace

En aquel se citaban algunas características generales de la visión del cielo de los satélites en general, y se hacía un recorrido más detallado, planeta por planeta, hasta Saturno. En este se continúa con la descripción de los satélites de la zona más externa del Sistema Solar, y contiene el anexo opcional en el que se profundiza en algunos aspectos tratados anteriormente.

Satélites de Urano.
Aunque esto no tiene nada que ver con su cielo, hay que decir que una característica curiosa que tienen los satélites de Urano es que los nombres que se les han asignado son personajes de obras literarias, sobre todo de Shakespeare, y no están tomados de la mitología como ocurre con todos los demás.
Debido a que Urano tiene su eje de rotación casi paralelo al plano orbital, el cambio de fases del planeta visto desde los satélites (y viceversa) es lentísimo durante unos años, manteniéndose muy cercano al cuarto (esto ocurrirá hacia 2030). Luego oscila creciente-menguante sin pasar por llena o nueva, y luego tiene el ciclo habitual, completo.

Fases de Urano vistas desde sus satélites en diferentes épocas. (Por ejemplo desde Miranda, el primero de sus grandes satélites, a intervalos de 8.5 horas)