Curiosidades sobre los astros, propuestas de observaciones sencillas, aspectos cotidianos pero poco conocidos, todo ello con un enfoque didáctico.

jueves, 19 de noviembre de 2015

La osa no se baña

Esta época del año es la mejor para comprobar y entender el significado de una antigua  leyenda griega, referida a la Osa Mayor.

Si prefieres puedes saltarte el preámbulo e ir directamente al relato de la osa, desde el cuadro de Rembrandt con las bañistas en el bosque.

La astronomía y la mitología siempre han estado ligadas, desde la más remota antigüedad. Los astros y los dioses estaban ambos allí arriba, frecuentemente se confundían y/o compartían nomenclatura y comportamiento. En la astronomía moderna, desarrollada en la civilización occidental, las fuentes proceden del mundo clásico. La mitología clásica greco-romana es enormemente rica y variada, y posiblemente más que otras, tiene una relación directa con la astronomía. No solo porque gran cantidad de constelaciones y astros han sido nombrados utilizando personajes mitológicos de esa época, muchos de ellos después de que la civilización clásica desapareciera, como los dos nuevos planetas o multitud de satélites y asteroides, sino porque ya los griegos elaboraron o modificaron sus leyendas a partir de lo que veían que ocurría en el cielo.


Respecto a las constelaciones hay varios ejemplos significativos.

 Una de las leyendas más conocidas, que incluso ha sido llevada al cine en la película "Furia de titanes", es la de Casiopea y su marido Cefeo, su hija Andrómeda, Perseo el salvador de ésta, Pegaso, etc. Pero aunque sea la más famosa, no es la más interesante desde el punto de vista astronómico.

La sencilla historia de Orión y Escorpio, que lucharon hasta la muerte y fueron colocados luego, transformados en constelaciones, en lugares opuestos del cielo para que no volvieran a pelearse, es un ejemplo de cómo después de conocer el comportamiento del cielo (Escorpio y Orión no se pueden ver nunca simultáneamente) se elabora la historia para explicar esa circunstancia astronómica. 
Esta circunstancia, que liga la mecánica celeste con la mitología clásica, no se da en todos los lugares del planeta. Aunque Orión está situado en el ecuador celeste y se ve igual en los dos hemisferios, Escorpio tiene declinación meridional y se ve más tiempo y mejor situada desde el Hemisferio Sur. Por ello, desde ahí hay ocasiones en que aparece Orión por el Este antes de que Escorpio se haya ido del todo, o viceversa. Desde las costas de la Antártida son visibles ambas constelaciones casi completamente durante toda la larga noche invernal.

Pero sin duda la constelación más destacada del hemisferio norte es la Osa Mayor. En muchos lugares, considerando las siete estrellas más brillantes de este grupo, recibe otros nombres y es protagonista de leyendas diferentes. En gran parte de Europa desde la edad media se le ha denominado “El carro”, en algunas tribus norteamericanas “El gran cucharón”, en Francia “La casserole”. Hay gente que imagina una cometa o un signo de interrogación. Cada uno puede imaginar lo que quiera, puesto que solo son estrellas en determinada posición en el cielo, podríamos decir que situadas al azar.
El gran cucharón y el carro
En el País Vasco sus estrellas son los personajes de una historia que se desarrolla en un baserri (caserío o casa de labor). Según el movimiento aparente de la constelación, las dos primeras estrellas ( Dubhe y Merak) son dos ladrones que se llevan dos bueyes que acaban de robar, representados por las estrellas que completan el trapecio (Phecda y Megrez). Luego aparece el trabajador del baserri (Alioth) que los persigue, después la chica con el perro (Mizar y Alcor), y finalmente en baserritarra o dueño del caserío (Alkaid) que, como los que han ido en busca de los bueyes no vuelven, él mismo va detrás de todos echando juramentos eternamente sin conseguir atraparlos. Este sencillo relato expresa muy bien como todas las estrellas de la constelación se mueven a la vez y ninguna  puede alcanzar a las anteriores. La mecánica celeste como fundamento del argumento de la leyenda.

Pero Volviendo a la antigua Grecia, veamos el relato quizás más elaborado, el de la Osa Mayor, o mejor dicho la de la ninfa Calisto.
En realidad la constelación es más grande de lo que habitualmente se piensa. Los antiguos griegos tomaron más estrellas para dibujar una osa en el cielo.
Como en la mayoría de las leyendas clásicas, existen varias versiones diferentes. Pero ésta que aquí recojo es especialmente didáctica: 

La leyenda clásica de la Osa Mayor

El baño de Diana (Rembrandt
Calisto era una de las ninfas que estaba al servicio de Artemisa (Diana cazadora). 
Con sus compañeras, vivía feliz y tranquila en el bosque y le gustaba especialmente bañarse en los ríos y estanques. 
De extraordinaria belleza, Un día que Zeus pasó por allí quedó prendado de ella (actitud por otra parte muy habitual en el dios supremo a quien se le atribuyeron montones de amantes). 
Pero las ninfas debían permanecer vírgenes para continuar en la corte de Artemisa, y Calisto lo rechazó. Sin embargo Zeus siempre tenía alguna argucia para engañar a sus conquistas y finalmente la desdichada ninfa quedó embarazada. Hera, la esposa de Zeus, se enteró y decidió castigarla (ya que a su marido no se atrevía). Fue compasiva y esperó que naciera su hijo, pero luego la transformó en una osa.
Pasaron los años, el niño creció, y un día cazando en el bosque vio una osa. Sin saber quien era, tensó el arco, pero afortunadamente la escena fue vista por Zeus que no podía permitir que su propio hijo matase a su madre. Para librarla, les transformó en constelaciones, y así Calisto es la Osa Mayor. En este punto hay discrepancias según versiones, en algunas la osa murió, en otras no fue su hijo quien la cazó, pero en todas ellas acaba transformada en la constelación.
Hasta aquí la mayoría de los relatos. Pero en un congreso sobre la enseñanza de la astronomía, la profesora de la Universidad de Roma, Nicoleta Lanciano, experta en este ámbito, explicó que la leyenda no acaba ahí y tiene otro final:
A Hera, todavía celosa, no le pareció bien un final tan idílico para su rival y volvió a castigar a la osa: Como a Calisto le gustaba tanto bañarse, la colocó en el cielo en un lugar donde nunca pudiera hacerlo.
¿Qué significa eso? Vayamos a una playa o a cualquier zona costera orientada hacia el Norte una tarde de noviembre o primeros de diciembre. Si es posible en una isla griega, mejor que mejor porque tendrá más realismo.
En cuanto anochezca veremos a la Osa Mayor a poca altura sobre el mar, según pase el tiempo iremos notando que va bajando hacia el agua, parece que va tomar un baño que tanto le gusta. Pero apenas llega a sumergir las pezuñas; porque seguidamente empieza a subir otra vez. Porque está castigada sin poderse bañar.



Desde luego es una manera preciosa de explicar las constelaciones circumpolares, las que nunca se ocultan bajo el horizonte.

Esta situación puede observarse en distintas fechas a diferente hora (por ejemplo en verano de madrugada) pero es quizás ahora cuando resulta más cómodo por el horario. Desde que empieza a anochecer, y sin tener que trasnochar podremos observar la esperanza y finalmente la desdicha de la Osa Mayor.

Si esta historia, que incluso tiene algo de discriminación sexista (Zeus se fue de rositas como siempre) os ha dejado un regusto amargo, NO PREOCUPARSE, que todo tiene solución. Si viajamos hacia el sur, llegará un momento en que la Osa Mayor no es circumpolar y se baña todos los días. Por ejemplo desde Canarias. Quizás sea porque allí se baña la gente en la playa casi todo el año, la Osa no iba a ser menos.
Desde el ecuador pasa la mitad del tiempo sumergida en el agua, y si nos situamos en latitudes medias del hemisferio Sur, parece que está casi siempre buceando y solo aparece un poco para respirar. Pero claro, todo esto los antiguos griegos no lo sabían.

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Actualización el 14-8-2020:

Casi 5 años después de escribir lo anterior, ¡he visto a la Osa Mayor bañándose! No se lo digáis a Hera.

Seguramente fue un deseo que la pobre ninfa le pidió a la perseida, con la que comparte el chapuzón en el estanque.

Aunque ante el poder de la diosa, la estrella fugaz solo pudo bañar el reflejo de la osa.


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