No es un artículo de astronomía, pero como está relacionado con el tema de moda en este campo, aprovecho para hacer algunas reflexiones, aunque parezcan fuera de lugar.
Antes de nada, insisto en eso: CASUALIDAD. Es solo un detalle, tonto pero curioso, respecto a uno
de los planetas de la estrella Trappist 1 que la semana pasada (febrero de 2017) saltaron a la
fama. Precisamente el d, el tercer
planeta, como el que da título a este blog.
Como otros muchos colegas, sorprendidos o eufóricos con el
anuncio del descubrimiento de los siete exoplanetas de tamaño similar
a la Tierra ,
he empezado a imaginar.
Si la mayoría de los astrónomos han intentado estudiar o buscar datos sobre sus condiciones de
habitabilidad o elucubrar sobre la posible existencia de vida en alguno de
ellos, que no es lo mismo, yo he cogido la calculadora y he empezado a averiguar aspectos más prosaicos pero más seguros: distancias, tamaños aparentes, ángulos, fases y otros aspectos geométricos que
espero publicar aquí dentro de 3 o 4 días en un post mucho más serio e
interesante que éste.
Lo primero que hice fue tomar los datos de distancias y tamaños suministrados por NASA y pasarlos a unidades de nuestro sistema de
medida (kilómetros o millones de kilómetros) para poder hacer luego los diferentes cálculos.
Una unidad astronómica 1 AU =149.6 millones de kilómetros (con
la precisión que habitualmente se usa) y radio terrestre = ...(ahora eso no importa)
Estoy calculando las distancias a su estrella en millones de
kilómetros, y cuando llego al tercer planeta y miro la calculadora hago un
gesto de fastidio porque veo 3.1416 . Vaya, ¡otra vez he pulsado mal una tecla! (supuse que había
tocado la tecla de PI)
Pero no. Repito el cálculo, y nuevamente el mismo resultado.
Porque efectivamente, según esos datos, la distancia del tercero de los
planetas sale casualmente 3.1416 millones de kilómetros, el valor del número pi
redondeado a 4 decimales, el que aprendimos y utilizamos en la escuela, al menos en mi época.